Repercusiones directas e indirectas de la COVID-19 en los portadores de enfermedades vasculares periféricas

Si bien el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19, afecta con preferencia el sistema respiratorio, son muchos los informes sobre los efectos sistémicos que puede provocar, donde el sistema vascular no está exento. No obstante, también la aparición de este Coronavirus ha reformulado en el mundo el funcionamiento de los sistemas de salud a todos los niveles, lo que ha afectado de manera indirecta a aquellos que portan alguna enfermedad vascular periférica.1

Los informes de varios países indican que, por redireccionarse la atención en los centros de salud a los pacientes portadores del virus, o que padecen la enfermedad, se han tenido que disminuir las consultas, no solo diagnósticas sino de tratamientos, lo que ha provocado retraso cuando se requieren intervenciones rápidas, o el incremento del número de amputaciones por isquemia crítica de las extremidades. En muchos lugares las cirugías electivas se paralizaron, por lo que solo se admitían intervenciones de urgencias; en ocasiones, ni siquiera se contaba con un cirujano vascular.1

En Cuba, los servicios de Angiología y Cirugía Vascular se reorganizan de forma tal que se pueden identificar aquellos pacientes de riesgo para poder darles el tratamiento oportuno y los servicios de urgencias con especialistas se han mantenido activos en todo el país. Por otra parte, la presencia del virus en el organismo y su repercusión específica sobre el sistema vascular no está bien documentada. Sin embargo, hay evidencias de los desórdenes coagulativos presentados por los pacientes que padecen la enfermedad y que llegan al estado crítico, principalmente a nivel pulmonar, con las complicaciones vasculares como las que más se han presentado en los fallecidos.2

Se citan al dímero D y a la troponina como los marcadores pronósticos más potentes, por lo que se requieren intervenciones y tratamientos desde las etapas más tempranas con el fin de evitar o minimizar los eventos trombóticos vasculares. Se plantea que los patrones de imagen por ultrasonido, tanto a nivel pulmonar como vascular periférico, también pueden ser herramientas muy útiles ya que tienen la ventaja de monitorear longitudinalmente el cuadro clínico; la reacción en cadenas de la polimerasa en tiempo real para detectar el virus no tiene la posibilidad de realizar esto. Por otra parte, en la tomografía axial computarizada (TAC) se patentiza la exposición significativa a la radiación. Si a todo esto se le suma que el paciente es portador de una enfermedad vascular periférica, diagnosticada o no, entonces el pronóstico resulta peor aún.3

Por ello, y no menos importante, en la comunidad se tienen que realizar actividades preventivas en grupos de riesgo de enfermedades vasculares periféricas para evitar contagios y que no se generen otras consecuencias graves sobre la salud de los ciudadanos.

Referencias bibliográficas
  • 1. Sena G, Gallelli G. An increased severity of peripheral arterial disease in the COVID-19 era. J Vasc Surg. 2020 Aug;72(2):758. DOI: https://doi.org/10.1016/j.jvs.2020.04.489
  • 2. Precup CG, Bordet M, Lermusiaux P, Millon A, Della Schiava N. Thinking Beyond the Box: Preparing for the End of COVID-19 Outbreak in a Vascular Surgery Department. Ann Vasc Surg. 2020 Jul;66:1-2. DOI: https://doi.org/10.1016/j.avsg.2020.05.003
  • 3. Zamboni P. COVID-19 as a vascular disease: lesson learned from imaging and blood biomarkers. Diagnostics. 2020;10(7):440-9. DOI: https://doi.org/10.3390/diagnostics10070440
Historial:
  • » Recibido: 23/09/2020
  • » Aceptado: 24/09/2020
  • » Publicado : 15/04/2021

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